lunes, 14 de mayo de 2012

Para ayudarme a pagar mis horas de vuelo empecé a trabajar por primera vez en un KFC en insurgentes y así entraba a un nuevo mundo donde podía ver más en directo que lo que se desea lograr tenía un costo real. Después de recibir unas quince horas de vuelo y de sufrir un poco por los pagos de las clases logré que me aceptaran para poder hacer mi primer vuelo solo. Jamás olvidaré como poco a poco los nervios y la sensación de susto en mi estómago se apoderaban de mí. Llegó el día y el capitán en la clase teórica me dijo que primero íbamos a hacer unos despegues y aterrizajes para que así luego lo dejara a el en la pista paralela y pudiera yo continuar con los siguientes yo solo. La palabra “solo” de pronto tomó un nuevo significado para mí. Me sentí como un niño a punto de perderse en un bosque lleno de animales peligrosos. 
Hicimos los despegues y aterrizajes de práctica y cuando pensé que todavía faltaban más me dijo mi instructor Edgar peña,

 –Estás listo, déjeme aquí en la plataforma y continua…ya sabe… ¡no la vaya a cagar! – Pero apenas el cerró la puerta empecé a “cagarla”. Esto enseguida me calmó y se apoderó de mí una refrescante sensación de poder al saber que el control del avión era solo mío. Esto me calmó y así pude continuar con los siguientes aterrizajes bastante bien. Una vez paré la práctica salí de la pista y recogí al instructor en el punto donde lo había dejado. Pensé que me iba a matar a gritos por lo que había echo pero muy calmadamente me dijo: –¿Se dio cuenta de lo que hizo?... pero en lo demás le fue bien, ¡felicitaciones por su primer vuelo solo! – Cuando llegamos a la rampa de la escuela pensé que iban a estar varios amigos rodeando el avión para recibirme y darme el famoso “bautizo” de patadas y asi fue, ademas me regalaron una manta de felicitaciones.
Luego dos compañeros a los que les conté me invitaron a tomar unas cervezas pero antes uno de ellos me dijo que no me salvaba del corte de cabello. Fue a la oficina por unas tijeras y yo, como si fuera un honor, sin resistirme bajé mi cabeza y dejé que me cortara un buen mechón de pelo lo suficiente como para que el peluquero no tuviera otra opción que raparme completamente. Me había salvado del bautizo de aceite, pero más adelante el destino me tenía preparado este bautizo de una forma diferente....

Alumno Ceam